Mirame a los ojos (detección de Autismo en niños pequeños)

Mirame a los ojos...

Contexto

Durante la primera semana de vida, los niños recién nacidos tienen una preferencia de mirar a los ojos de aquellos que los rodean. Hallazgos similares en otras especies sugieren que la atención a los ojos es un mecanismo filogenético altamente conservado del desarrollo social.

En los niños con autismo, por el contrario, un contacto ocular aberrante y reducido es un sello característico de la discapacidad para toda la vida.

Objetivo.

Cuantificar la atención preferencial a los ojos de otros, en un diagnóstico temprano del autismo.

Diseño.

A los niños se les presentaron 10 videos. Cada video mostró una actriz mirando directamente a la cámara, jugando un papel de encargado del cuidado de la salud, y comunicándose directamente con el observador (jugando pat-a-cake, peek-a-boo, etc). Se midieron los patrones de fijación visual de los niños a través del rastreo de los ojos.

Participantes.

Se compararon a los 15 niños con autismo de dos años de edad con 36 niños bajo desarrollo normal y con 15 niños con un desarrollo retrasado pero sin autismo.

Principales medidas de resultado. La atención preferencial se midió como porcentaje del tiempo de la fijación visual de cuatro regiones de interés: ojos, boca, cuerpo y objeto. El nivel de discapacidad social fue valorado a través del programa de observación de diagnóstico del autismo.

Resultados.

El mirar fijamente a los ojos de otros fue significativamente decreciente en niños de dos años con autismo (P < .001), mientras que la fijación a la boca fue mayor (P < .01), en comparación con ambos grupos control.

Los dos grupos control no diferenciaron en base a los patrones de fijación. Además, la fijación hacia los ojos por los niños con autismo correlacionó con su nivel de incapacidad social; una menor fijación hacia los ojos predijo una incapacidad social mayor (r = – 0.669, P < .01).

Conclusiones.

El mirar fijamente a los ojos de otros es importante en el desarrollo social temprano y en la adaptación social a través de la experiencia de la vida de alguien. Nuestros resultados indican que en los niños con autismo de dos años de edad, este comportamiento ya se encuentra descarrilado, sufriendo consecuencias críticas para el desarrollo y también ofreciendo un biomarcador potencial para la cuantificación de la manifestación del síndrome en esa etapa de edad temprana.

Artículo extraido de www.psiquiatria.com