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EDUCACIÓN 2000: Una perspectiva holística

Artículo de Francisco Enrique Montaño Salas -

Miércoles 8 de febrero de 2012 por Carlos Espinosa , Francisco Enrique Montaño

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EDUCACIÓN 2000: Una perspectiva holística

Francisco Enrique Montaño Salas -

En los últimos tres años he asistido a la Conferencia Internacional de los nuevos paradigmas de la educación holista, donde se han tratado diferentes temas relacionados con este tipo de educación dentro del contexto de la ciencia, tecnología, desarrollo sustentable, filosofía y del desarrollo humano, entre otros y abordados por investigadores que a nivel internacional han venido estudiando los nuevos paradigmas como opción para una educación con una visión integral, entre ellos, se encuentran entre otros, de México: Ramón Gallegos Nava, Elia Marum, Elías Banda Aguilar, María Luisa Castro Sariñana, Sergio Jaime Gómez y de otros países: Philip Snow, David Peat, Francisco Moreno Parada (qpd), David Heanke, Molly Young Brown, Robert Powell, Felix Rizanov, Jyotzna Sanzgiri, Ron Miller, Y Edwin Swengel.

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Serenidad.

Algunos de los investigadores mencionados anteriormente son miembros de la Global Alliance For Transforming Education (GATE) y hacen un llamado (diciembre de 1991) a través de los principios que sustentan la necesidad de transformar la educación del 2000 y de los años subsiguientes. Los cuales se ponen a su consideración, así mismo se presenta a manera de conclusión, pero en forma resumida La Declaración de Chicago Sobre la Educación, adoptada por 80 educadores holísticos internacionales en Chicago, Illinois, en junio de 1990.

I. Preámbulo

Somos educadores, padres y ciudadanos de diversas circunstancias y movimientos educativos que compartimos una preocupación común por el futuro de la humanidad y de toda forma de vida en la tierra. Los serios problemas que afectan a los sistemas educativos modernos reflejan una crisis más profunda de nuestra cultura: la incapacidad de la perspectiva industrial/tecnológica predominante de guiar los retos sociales y planetarios que enfrentamos hoy, de una manera humana y vivificadora.

Nuestros valores y prácticas culturales predominantes, que incluyen un énfasis en la competencia sobre la cooperación, el consumo sobre el uso sostenible de los recursos, y la burocracia sobre la auténtica interacción humana, han sido destructivos para la salud del sistema ecológico así como también para un desarrollo humano óptimo. En esta cultura en crisis, también observamos que nuestros sistemas de educación son anacrónicos e inoperantes. En agudo contraste con el uso convencional de la palabra educación, creemos que nuestra cultura debe restablecer el significado original de la palabra, que es “extraer”. En este contexto, educación significa tener la suficiente pasión como para extraer la grandeza que se encuentra dentro de cada persona.

El objetivo de este Planteamiento es proclamar una visión alternativa de la educación, una educación que constituya una respuesta vivificante y democrática a los retos de la década de 1990 y más adelante. Debido a que valoramos la diversidad y favorecemos una amplia variedad de métodos, aplicaciones y prácticas, ésta es una visión que los educadores pueden llevar a cabo de varias maneras. La visión trasciende a nuestras diferencias y nos guía en una dirección que ofrece una resolución humana a la crisis de la educación moderna.

II. Principios

Principio I. Educación para el desarrollo humano

Afirmamos que el objetivo primario, en efecto fundamental, de la educación es sustentar las posibilidades inherentes en el desarrollo humano. Las escuelas deben ser lugares que faciliten la enseñanza y el completo desarrollo de todos los educandos. La enseñanza debe enriquecer y profundizar la relación hacia sí mismo, hacia la familia y miembros de la comunidad, hacia la comunidad global, hacia el planeta y hacia el cosmos. Estas ideas han sido expresadas elocuentemente y puestas en práctica por los grandes pioneros de la enseñanza, tales como Pestalozzi, Froebel, Dewey, Montessori, Steiner y muchos otros.

Lamentablemente, la enseñanza pública nunca ha tenido el desarrollo humano óptimo como objetivo primario. La literatura histórica deja en claro que los sistemas escolares se organizaron con el objeto de incrementar la productividad nacional, inculcando hábitos de obediencia, lealtad y disciplina. La literatura de “reestructuración” y de “excelencia” de las décadas de 1980 y 1990 está muy afectada todavía por la preocupación por la productividad y la competición de la economía nacional y hace lo posible por encauzar las aptitudes y los sueños de la nueva generación hacia el objetivo de desarrollo económico. Nosotros creemos que el desarrollo humano debe tener prioridad sobre el desarrollo económico.

Hacemos un llamado a favor de un reconocimiento renovado de los valores humanos que han sido corroídos por la cultura moderna: armonía, paz, cooperación, comunidad, honestidad, justicia, igualdad, compasión y amor. El ser humano es más complejo, más complejo, que sus funciones de productor o de ciudadano. Si una nación, por medio de las escuelas, de sus políticas de bienestar infantil y de su afán de competición, no consigue sustentar el conocimiento de sí mismo, la salud emocional y los valores democráticos, en último término su éxito económico será minado por el colapso moral de la sociedad. En efecto, esto ya está ocurriendo, a juzgar por la epidemia de drogas y los problemas urgentes de delincuencia, alcoholismo, abuso de niños, corrupción política y de empresas, alejamiento y suicidio de los adolescentes y violencia en las escuelas.

Tenemos que crear seres humanos sanos si queremos tener una sociedad y una economía sanas. Es verdad que el sistema económico requiere que haya una fuerza laboral bien preparada y de confianza. La mejor manera de conseguir una fuerza laboral así es tratando a los jóvenes en primer lugar como seres humanos y en segundo lugar como futuros productores. Sólo las personas que viven en forma completa, sana y con sentido pueden ser realmente productivas. Hacemos un llamado a favor de un equilibrio mejor entre las necesidades de la vida económica y aquellos ideales humanos que trascienden lo económico y que son necesarios para una actuación responsable.

Principio II. Honrando a los estudiantes como Individuos

Hacemos un llamado para que se reconozca a cada educando, ya sea joven o mayor, como ser único y valioso. Esto significa un sentido de tolerancia, respeto y aprecio por la diversidad humana. Cada persona es creativa en forma inherente, tiene necesidades y talentos únicos de tipo físico, emocional, intelectual y espiritual, y posee una capacidad ilimitada para aprender.

Hacemos un llamado para que se investigue detalladamente la validez de las notas, calificaciones y exámenes estandarizados. Nosotros creemos que la función primaria de la evaluación es proporcionar al estudiante y al maestro información que facilite el proceso de aprender. Opinamos que los puntos de evaluación “objetivos” no están al verdadero servicio de la enseñanza ni del desarrollo óptimo de los estudiantes. Hemos estado tan ocupados midiendo lo que mensurable que hemos descuidado aquellos aspectos del desarrollo humano que son inmensurablemente más importantes. Además de descuidar importantes dimensiones de los educandos, las pruebas estandarizadas también eliminan a los que no pueden ser estandarizados. En escuelas innovadoras que han tenido mucho éxito a través del mundo, se han reemplazado las notas y los exámenes estandarizados por evaluaciones personalizadas que permiten que los estudiantes usen su propia dirección interna. El resultado natural de esta práctica es el desarrollo del conocimiento de sí mismo, de la propia disciplina y de un entusiasmo auténtico por aprender.

Hacemos un llamado parra que se apliquen en forma extensa los enormes conocimientos que tenemos ahora respecto a maneras de aprender, inteligencias múltiples y las bases sicológicas de adquisición del conocimiento. No existe ya ninguna excusa para imponer tareas, métodos y materiales en masa cuando sabemos muy bien que cualquier grupo determinado de estudiantes necesita aprender en forma distinta y por medio de actividades y estrategias diferentes. Los trabajos que se han estado haciendo respecto a ejemplo en lo cinético, lo musical, o lo visual-espacial para reforzar aspectos débiles, como en lo lingüístico o en lo lógico-matemático.

Cuestionamos el valor de ciertas categorías educativas como “superdotados”, “limitados” o “subnormales”, y en “peligro de fracasar”. Los educandos de todas las edades difieren enormemente a través del espectro de aptitudes, talentos, inclinaciones y circunstancias. El etiquetar a un estudiante no sirve para describir su potencial personal; simplemente lo define con relación a las expectativas arbitrarias del sistema. El término “en peligro de fracasar” es especialmente pernicioso: sólo sirve para mantener los objetivos competitivos y homogéneos del sistema educativo, ignorando las experiencias y percepciones personales que están detrás de las dificultades de un estudiante en particular. Sugerimos, por el contrario, que se transforme la enseñanza de manera que se respete la individualidad de cada persona, que podamos construir una verdadera comunidad educativa en la cual cada uno aprende de las diferencias mutuas, que se enseñe a cada uno a valorar sus propios puntos fuertes y que se les potencie para que se ayuden mutuamente. El resultado será que se satisfarán las necesidades de cada estudiante.

Principio III. El papel central de la experiencia

Afirmamos lo que los educadores más perceptivos han debatido durante siglos: la educación es asunto de experiencia. La adquisición de conocimiento es un compromiso activo y multisensorial entre una persona y el mundo, un contacto mutuo que otorga poder al que aprende y le revela el rico significado al mundo. La experiencia es dinámica y crece en forma continua. El objetivo de la educación debe ser el cultivo de un crecimiento natural y sano por medio de la experiencia; la educación no consiste en presentar un “currículo” limitado, fragmentado, predigerido como si fuera el sendero del conocimiento y la sabiduría.

Creemos que la educación debe conectar al educando con las maravillas del mundo natural por medio de métodos que lo hagan embeberse en la vida y en la naturaleza. La educación debe conectar al educando con el funcionamiento integral de la sociedad a través de verdadero contacto con la vida social y económica de la comunidad. La educación debe familiarizar al educando con su propio mundo interior por medio de las artes, de diálogo sincero y de momento de reflexión silenciosa. Pues sin este conocimiento del propio ser interior, todo conocimiento externo es superficial y sin sentido.

Principio IV. Educación holística

Hacemos un llamado a favor de la integridad del proceso educativo y de la transformación de las instituciones y políticas educativas que se requieren para llevar a cabo este objetivo. Integridad significa que cada una de las disciplinas académicas proporciona nada más que una perspectiva diferente del rico, complejo, integrado fenómeno de la vida. La educación holística celebra y hace uso constructivo de puntos de vista alternativos y en evolución de la realidad y de las formas múltiples de conocer. No son solamente los aspectos intelectuales y vocacionales del desarrollo humano los que necesitan orientación y cultivo, sino también los aspectos físico, social, moral, estético, creativo y, en un sentido no sectario, espiritual. La educación holística toma en cuenta el profundo misterio de la vida y del universo además de la realidad de la experiencia.

El holismo es un paradigma en resurgimiento, basado en la rica tradición de muchas disciplinas eruditas; afirma la interdependencia inherente de la teoría, la investigación y la práctica en constante evolución; tiene sus raíces en la proposición que el universo es una totalidad integrada en el cual todo está conectado; además contiene implicaciones de gran significado para la ecología y la evolución humana y planetaria.

Principio V. Nuevo papel para los educadores

Hacemos un llamado a favor de una nueva comprensión del papel del maestro. Sostenemos que la enseñanza es esencialmente una vocación que requiere una mezcla de sensibilidad artística y de una práctica científicamente basada. Muchos de los educadores de hoy se han dejado atrapar por la competición del profesionalismo: credenciales y certificación controladas en forma rígida, jerga y técnicas especiales y una separación a nivel profesional de los temas espirituales, morales y emocionales que están inevitablemente conectados al desarrollo humano. Por el contrario, los educadores deben facilitar el aprendizaje, que es un proceso orgánico, natural, y no un producto que se pueda crear según la demanda. Los maestros necesitan autonomía para diseñar y establecer ambientes educativos apropiados a las necesidades de sus alumnos en particular.

Hacemos un llamado para establecer modelos en la preparación de maestros, que incluyan el cultivo del propio crecimiento interior y del despertar creativo del maestro. Cuando los educadores se abren a su propio ser interior, invitan un proceso de co-aprendizaje y co-creación con el discípulo. En este proceso, el maestro es discípulo y el discípulo es maestro. La enseñanza requiere una sensibilidad exquisita a los restos del desarrollo humano, no un paquete predeterminado de métodos y materiales. Los educadores deben tener al educando como centro, mostrar reverencia y respeto por el individuo, estar atentos y conscientes de las necesidades de cada educando, de sus diferencias y aptitudes y tener la capacidad de responder a esas necesidades a todo nivel y en todo momento considerar a cada individuo en el contexto de la familia, la escuela, la sociedad, la comunidad global y el cosmos.

Hacemos un llamado para liberar de la burocracia a los sistemas escolares, para que las escuelas (así como los hogares, los parques, el mundo natural, el lugar de trabajo, y todos los lugares de enseñanza) puedan llegar a ser lugares de verdadero encuentro humano. La literatura de reestructuración actual pone énfasis en “la obligación de dar cuenta”, poniendo al maestro al servicio de los administradores y de los que dictan los planes. Nosotros sostenemos, en cambio, que el educador debe dar cuenta, por sobre todo, a la juventud que trata de comprender el significado del mundo que heredará algún día.

Principio VI. Libertad de escoger

Hacemos un llamado en favor de oportunidades verdaderamente sustanciales de elección en cada etapa del proceso de aprendizaje. La educación verdadera tiene lugar solamente en una atmósfera de libertad. Es imprescindible tener libertad de indagación, de expresión y de crecimiento como persona. En general, a los educandos debería permitírseles una auténtica selección en el proceso de su aprendizaje. Su voz debería tener suficiente peso en determinar el currículo y los procedimientos disciplinarios, de acuerdo con su capacidad para asumir tal responsabilidad. Sin embargo, reconocemos que algunos métodos de instrucción deberán continuar en su mayor parte bajo la tutela de personas adultas, ya sea debido a convicciones filosóficas o porque están al servicio de grupos especiales de estudiantes. El punto es que las familias y los estudiantes necesitan tener la libertad de escoger tales métodos, así como también de no aceptarlos.

Ya no existe lugar para que la educación pública imponga una cultura homogeneizada en una sociedad diversa. Las familias deberían tener libertad de educar a sus hijos en casa, sin interferencia indebida de las autoridades públicas. La enseñanza impartida en el hogar ha demostrado ser vivificadora, educacional, social y moralmente; para muchos niños y familias.

Principio VII. Educar para participar en la democracia

Hacemos un llamado a favor de un modelo de educación verdaderamente democrático que potencie a todos los ciudadanos para que participen de manera sustantiva en la vida de la comunidad y del planeta. Construir una sociedad verdaderamente democrática significa mucho más que permitir que el pueblo vote por sus líderes: significa potenciar a cada individuo para que participe en forma activa en los asuntos de su comunidad. Una sociedad verdaderamente democrática es mucho más que el “gobierno de la mayoría”: es una comunidad en la cual se oyen voces dispares y donde se toman en cuenta los intereses humanos. Es una sociedad abierta al cambio constructivo cuando se requiere un cambio social o cultural.

Para poder mantener una comunidad así, la sociedad debe ser cimentada en un espíritu de solidaridad por parte de sus ciudadanos, en un deseo de comprender y experimentar compasión por las necesidades de los demás. Tiene que haber un reconocimiento de las necesidades humanas comunes que unen a la gente en vecindarios, en naciones y en la comunidad planetaria. De este reconocimiento debe surgir preocupación por la justicia. Para conseguir estos altos ideales, se debe facilitar el que los ciudadanos piensen en forma crítica e independiente Todas éstas son tareas educativas. Pero el proceso de enseñar y aprender no puede cultivar estos valores a menos que los personifique en sí mismo. El ambiente mismo de la enseñanza debe girar en torno a la solidaridad, a las necesidades humanas compartidas, a la justicia, y al estímulo de una forma de pensar original y crítica. Realmente, ésta es la esencia de la verdadera educación; es el ideal socrático, que muy raramente se ha practicado en los sistemas educativos.

Principio VIII. Educar para ser ciudadanos globales

Creemos que cada uno de nosotros, lo sepamos o no, es un ciudadano del mundo. La experiencia humana es mucho más amplia que la de los valores o formar de pensar de una cultura en particular. En la nueva comunidad global que está amaneciendo, estamos poniéndonos en contacto, como jamás antes en la historia de la humanidad, con culturas y percepciones del mundo muy diversas. Creemos que ya es hora que la educación cultive el aprecio por la magnífica diversidad de la experiencia humana y por el potencial perdido o todavía desconocido que existe dentro de los seres humanos. La educación en la época global necesita dirigirse a aquello que es más plenamente, más universalmente humano en la generación joven de todas las culturas.

La educación global:
1. Se basa en un enfoque ecológico que pone énfasis en la conexión y dependencia mutua de la naturaleza con la vida y la cultura humanas,
2. Facilita el reconocimiento del papel de toda persona en la ecología planetaria, que incluye a la familia humana y a todos los demás sistemas de la tierra y del universo.
3. Su objetivo es abrir las mentes, esto se consigue por medio de estudios interdisciplinares, de experiencias que facilitan la comprensión, la reflexión y el pensamiento crítico y respuestas creativas,
4. Nos recuerda que toda educación y toda actividad humana necesitan descansar en los principios que rigen a los sistemas ecológicos con éxito, estos principios incluyen los beneficios de la diversidad, el valor de la cooperación y del equilibrio, las necesidades y derechos de los participantes, y la necesidad de sustentación dentro del sistema y
5. Fomenta la comprensión y aprecio de éstas, como también de los valores que ellas proclaman, incluyendo la búsqueda de la trascendencia, del amor, de la compasión, de la sabiduría, de la verdad y de la armonía. Por lo tanto, la educación global se dirige a aquello que es humano en su sentido más completo y universal.

Principio IX. Educar para una cultura planetaria.

Creemos que la educación debe surgir orgánicamente de un profundo respeto por la vida en todas sus formas. Debemos cultivar una relación entre lo humano y el mundo de la naturaleza que sea sustentadora y no explotadora. Esto está en el centro mismo de nuestra visión para el siglo veintiuno. El planeta Tierra es un sistema viviente sumamente complejo, pero fundamentalmente unitario; es un oasis de vida en el oscuro vacío del espacio. La ciencia post-newtoniana, la teoría de los sistemas y otros avances recientes del pensamiento moderno ya han reconocido lo que enseñaron durante siglos algunas de las tradiciones espirituales y mitológicas antiguas: que el planeta, y toda vida en él, constituyen una entidad interdependiente. Las instituciones económicas, sociales y políticas deben engendrar un respeto profundo por esta interdependencia. Todos debemos reconocer la necesidad imperativa de cooperación global y sensibilidad ecológica, si la humanidad espera sobrevivir en este planeta. Nuestros hijos requieren un planeta sano en el cual puedan vivir, aprender y crecer. Necesitan aire y agua puros, la luz del sol y un suelo fértil y todas las otras formas de vida que constituyen el sistema ecológico de la Tierra. Un planeta enfermo no puede mantener niños sanos.

Hacemos un llamado por una educación que promueva una cultura planetaria que incluya conciencia de la interdependencia del planeta, la congruencia del bienestar personal y global, y el papel y alcance de la responsabilidad individual. La educación necesita estar arraigada en una perspectiva global y ecológica para poder cultivar en las generaciones jóvenes el aprecio por la profunda interrelación de toda vida. La educación planetaria involucra una evaluación holística de nuestro planeta y de los procesos que sostienen su vida. El aspecto central de este estudio es el conocimiento de los sistemas básicos que sustentan la vida, las fuentes de energía, los ciclos, las interdependencias y los cambios. La educación planetaria es un campo integrado que incluye la política, la economía, la cultura, la historia y los procesos de cambio a nivel personal y social.

Principio X. Espiritualidad y educación

Creemos que todas las personas son seres espirituales en forma humana, que expresan su individualidad a través de sus talentos, capacidades, intuición e inteligencia. De la misma manera que una persona se desarrolla física, emocional e intelectualmente, uno también se desarrolla espiritualmente. La experiencia y el desarrollo espiritual se manifiestan en forma de una profunda conexión consigo mismo y con los demás, una conciencia del significado y propósito de la vida diaria, una experiencia de la totalidad e interdependencia de la vida, una pausa en la actividad frenética, en las presiones y estímulos de la vida contemporánea; el conjunto de la experiencia creativa y un respeto profundo por el misterio de la vida. La parte más importante, más valiosa de una persona es su vida interior, subjetiva: la individualidad o alma.

La ausencia de la dimensión espiritual es un factor crucial en la conducta autodestructiva. El abuso de las drogas y del alcohol, la sexualidad vacía, el crimen y la desintegración de la familia, todo ello proviene de una búsqueda en forma errada de conexión, misterio y significado y un escape del sufrimiento de no tener una fuente auténtica de realización.

Creemos que la educación debe cultivar el crecimiento sano de la vida espiritual en vez de hacerle violencia con una constante evaluación y competición. Una de las funciones de la educación es ayudar a comprender que todo en la vida está conectado a todo lo demás. En todas las grandes tradiciones del mundo, la ética de esta toma de conciencia se expresa son: “Lo que hago a los demás, me lo hago a mí mismo”. El acto de potencial a la persona es igualmente fundamental al concepto de conexión. Si todos estamos conectados a todos y a todo lo demás, entonces cada persona puede, de hecho, hacer la diferencia.

Al estimular un profundo sentido de conexión con los demás y con la Tierra en todas sus dimensiones, la educación holística fomenta un sentido de responsabilidad hacia sí mismo, hacia a los demás y hacia el planeta. Creemos que esta responsabilidad no es una carga, sino algo que asume debido a una conciencia de conexión y potenciación. La responsabilidad individual, de grupo y global se desarrolla fomentando la compasión que hace que una persona quiera aliviar el sufrimiento de otros, inculcando la convicción de que el cambio es posible y ofreciendo los instrumentos que hagan posible esos cambios.

III. Conclusión

Al acercarnos al siglo veintiuno, muchas de nuestras instituciones y profesiones están entrando en un período de profundo cambio. Los que trabajamos en educación estamos empezando a darnos cuenta que la estructura, los objetivos y los métodos de nuestra profesión fueron diseñados para una época histórica que se acerca ahora a su fin. Ha llegado la hora de transformar la educación para poder hacer frente a los retos humanos y del medio ambiente que se nos presentan.

Creemos que la educación en esta nueva era debe ser holística. La perspectiva holística es el reconocimiento que toda vida en este planeta está conectada entre sí de innumerables maneras, profundas y imperceptibles.

La educación holística no es un currículo o una metodología determinados; es un conjunto de proposiciones que incluye lo siguiente:
La educación es una relación humana dinámica, abierta.
La educación cultiva una conciencia crítica de los muchos contextos en la vida de los educandos: moral, cultural, ecológico, económico, tecnológico, político.
Todas las personas poseen vastos potenciales múltiples que solamente ahora estamos empezando a comprender. La inteligencia humana se expresa por medio de diversos estilos y capacidades, todos los cuales debemos respetar.
El pensamiento holístico incluye modos de conocer intuitivos, creativos, físicos y en contexto.
El aprendizaje es un proceso que dura toda la vida. Todas las situaciones de la vida pueden facilitar el aprender.
El aprendizaje es tanto un proceso interno de descubrimiento propio así como una actividad cooperativa.
El aprendizaje es activo, con motivación propia, que presta apoyo y estímulo al espíritu humano.
Un currículo holístico es interdisciplinar e integrar las perspectivas globales y de la comunidad.

Bibliografía

Global Alliance For Transforming Education
P.O. Box 21 * Grafton, Vermont 05146 * USA
(802) 843-2382 * (802) 843-2300 Fax

Adjunto tiene el documento.pdf original del autor.

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