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MATEMÁTICAS

Martes 27 de noviembre de 2012 por noreply@blogger.com (Tavo de Armas) — EDUCAR, RECURSOS

CONOCIENDO A GOYA

Miércoles 21 de noviembre de 2012 por noreply@blogger.com (Tavo de Armas) — ARTE, EDUCAR, RECURSOS

El cuadro muestra a Aníbal erguido en actitud dinámica, girado el cuerpo hacia un ángel (o genio) que le señala el paisaje Italiano —que el espectador no puede ver—, desde un otero rocoso, y alzándose la visera del yelmo.
A su lado izquierdo (derecho del espectador) hay un jinete abanderado y tras él un cielo nuboso del que baja la Victoria en su carro, con la mano en la rueda (posible alusión a la cambiante Fortuna) que porta una corona de Laurel. Parte de la caballería de Aníbal comienza a bajar hacia el valle al extremo derecho del cuadro y al fondo y en la izquierda se vislumbra una batalla. En primer término y de espaldas, contemplando y enmarcando la composición, aparece un robusto cuerpo humano con cabeza de buey, alegoría del río Po, que vierte un recipiente de donde manan las fuentes de este río. Un fuerte viento hinche la bandera blanca del caballero y la capa de Aníbal.

¿Quieres que tus hijos lean? Lee estos consejos y evita estos errores

Viernes 2 de noviembre de 2012 por noreply@blogger.com (Tavo de Armas) — CUENTOS, EDUCAR
Catedrático jubilado. Cuarenta y tres años de experiencia docente le contemplan. De él recibí el siguiente consejo antes de que mis niños empezaran primaria: “haz que tus hijos lean, que disfruten de lo que lean y, lo más importante, que entiendan lo que lean”.
He consultado algunas fuentes, hablado con maestros, leído algunos libros y unos cuantos artículos. Además, he anotado cuidadosamente mi propia experiencia personal, nutrida de algún acierto… y de bastantes errores (espero que corregidos a tiempo, pues no habían cumplido los ocho). Por ejemplo:
Obligar a leer. Gran error. Hay que conseguir que el niño lea por su cuenta. Eso sólo puede lograrse si asocia la lectura a un buen rato, a una satisfacción. Y tal cosa ocurre mejor en un entorno de libertad. Que lea, sí, pero porque le gusta y le da la gana.
Afligirse porque el niño empieza primaria sin leer ni papa.Cada niño tiene su edad, su ritmo. Que un hermano mayor haya aprendido con 5 años no convierte en tonto al menor que con 6 apenas deletrea las palabras. Los expertos dicen que hasta los siete años un niño no tiene por qué saberlo todo. (Relacionado con esto, recomiendo este artículo de El País)
Usar la lectura como castigo. “Si no te comes la sopa te mando a tu cuarto a leer”. La fastidiaste. Ni comerá ni leerá. Y si te empeñas en ello, el niño identificará la lectura con el castigo.
Insistir en que lea los cuentos que a él/ella no le gusta. ¿A ti te gustaron cuando tenías su edad? Pues a él/ella no tienen por qué.
Exigirle que termine un libro que ha dejado a mitad porque le aburría.
Darle la brasa con sermones sobre la importancia de la lectura. ¿Qué diantres le importa un niño que la lectura “sea el alimento del alma, la gimnasia del espíritu, la base de la formación” o cursilerías semejantes? Ahórratelas.
Y ahora, unos consejos que dan resultado. He tratado de llevarlos a la práctica y, la verdad, funcionan.
Los fines de semana, compra tebeos con él/ella. Que pueda elegir lo que le gusta. Y cuando hablo de elegir me refiero a eso: comparar entre tebeos o libros y decidir cuál le gusta más (seguramente le gustará más de uno). Conviene dejarle con ganas de más: “te compro hoy este y, si te portas bien, la próxima semana te compro otro”)
Acércate al departamento infantil de las librerías y déjales en libertad. Es un buen plan de paseo los días de lluvia o mucho frío. Que busquen, que husmeen y que miren lo que les apetezca, aunque luego no compres nada. No te sientas gorrón. Te aseguro que la librería amortizará la visita tarde o temprano. Con tu dinero o con el suyo.
Si en esa visita a la librería se enamora de un libro, no se lo compres de inmediato. Ponles un reto para que se lo ganen, o diles que es muy caro y le pagas la mitad. Que la otra la saque de su hucha.
Para hijos un poco más creciditos: digan, lo que digan: la prensa deportiva es un gran aliado de la lectura de niños y adolescentes (pero, eso sí, antes tira las fotos subidas de tono y los anuncios de prostitución, que por desgracia aún siguen existiendo).
Si les ha gustado un libro o cuento o historia, interésate por ella; pídele que te la cuenten, hazle preguntas. Leer no consiste en verbalizar, sino en comprender un mensaje. Uno ha entendido algo cuando puede explicarlo con sus propias palabras. Ejercicio imprescindible y que requiere mucha paciencia paterna (como les emocione una historia y vean que alguien les hace caso, hay niños que pueden estar horas hablando solos). 
En las entrevistas con su profesor, no olvides hablar de la lectura en casa. Conviene que los maestros están informados de sus intereses; además, siempre podrá ofrecer un buen consejo para estimular al niño.
Si le ha gustado una película, sugiérele un libro sobre esa misma película. He de advertir que alguna de mis fuentes no está de acuerdo con este consejo, pero en mi caso particular la experiencia ha sido positiva; de modo que lo dejo sólo como sugerencia.
Revisa los contenidos. Hay cómics que a simple vista parecen inofensivos pero su lectura resulta desaconsejable incluso para los adultos. Mucho ojo, porque los pervertidos no sólo se esconden por internet. Hay editores que no demuestran ningún respeto por la infancia.
Y, aunque parezca de perogrullo, revisa la vista de tus hijos: hay niños que no leen porque, simplemente, no ven bien. Hablo por propia experiencia. Una revisión al año no hace daño, sobre todo a estas edades.
Una última reflexión, que he escuchado más de una vez: de la misma forma que no debemos obsesionarnos si un hijo no lee con seis años, debemos alarmarnos mucho si no lee nada, por propia iniciativa, con nueve o con diez. Recuerda que, al menos hasta los dieciséis, la mayor parte de la vida académica se resume en lo mismo: leer y entender, leer y entender, leer y entender.
(Para ampliar más sobre este asunto, me ha gustado un libro práctico e interesante: “Cómo hacer hijos lectores”, de la colección “Hacer Familia”).

APRENDER EN CASA (2)

Viernes 15 de junio de 2012 por noreply@blogger.com (Tavo de Armas) — DOCUMENTAL, EDUCAR, HOMESCHOOLING
'La Escuela Olvidada' es vídeo es un documental sobre la escuela nacida de la Segunda República Española:
Descarga 'La Escuela Olvidada', en dos partes -a unir-, AQUÍ y AQUÍ.

El siguiente video es un reportaje sobre la opción de la educación en casa (Homeschooling), emitido en Intereconomía en 2007:

Descarga el reportaje, AQUÍ.

APRENDER EN CASA

Sábado 9 de junio de 2012 por noreply@blogger.com (Tavo de Armas) — DOCUMENTAL, EDUCAR, HOMESCHOOLING
'Aprender en casa: otra manera de estudiar', documental (emitido en TVE2) que explora la vida de varias familias españolas que han decidido desarrollar la educación de sus hijos en el hogar, en vez de en una escuela.

Descarga el video, AQUÍ.
Más información al respecto:
Educar en familia (Cataluña)


CUENTOS PARA DESCARGAR

Lunes 28 de mayo de 2012 por noreply@blogger.com (Tavo) — CUENTOS
En el Índice Temático podéis encontrar publicados las tres adaptaciones que he realizado de sendos clásicos infantiles, así como uno del que soy autor. Si los queréis imprimir para una mejor lectura, abajo os dejo los enlaces de descarga en formato PDF.
Descargar 'Los Niños del Agua' (Charles Kingsley) AQUÍ
Descargar 'Gautama y el Dragón' (Tavo Jiménez) AQUÍ
Download 'Gautama and the Dragon' (Tavo Jiménez / Patricia Sullivan) HERE

Descargar 'Capitanes Intrépidos' (Ruyard Kipling) AQUÍ
Descargar 'El Mago de Oz' (Frank Baum) AQUÍ

APRENDIENDO A SER PADRES

Lunes 28 de mayo de 2012 por noreply@blogger.com (Tavo de Armas) — DOCUMENTAL, EDUCAR, HOMESCHOOLING





Si deseas descargar el programa completo, AQUÍ.

COMIC SOBRE MARTIN LUTHER KING

Domingo 27 de mayo de 2012 por noreply@blogger.com (Tavo de Armas) — EDUCAR

Cómic de 1956 sobre Martin Luther King  y Rosa Parks, y la lucha contra la segregación racial en los EEUU, que sirvió para difundir la labor del Movimiento por los Derechos Civiles, la Resistencia Pacífica y la Desobediencia Civil. Este trabajo parte del original, en inglés, que puede encontrarse AQUÍ
Si deseas descargar el cómic en español, lo encontrarás AQUÍ
















GAUTAMA Y EL DRAGÓN (y 6)

Jueves 3 de noviembre de 2011 por noreply@blogger.com (Tavo de Armas) — CUENTOS, GAUTAMA AND THE DRAGON, TAVO
6
De lo que ocurrió cuando Gautama y Mara se vieron las caras

Cuando se terminara de construir la chimenea, las ruedas de carreta serían usadas para encender el fuego. Luego habría que separar los traseros de los sillones. Lo cual no sería nada fácil, pero se conseguiría con un poco más de esfuerzo.
Por fin, aquella familia comenzaría a pensar por sí misma. Ahora que no tendrían seis televisores, los Majapapa hablarían más entre ellos. Y todo eso les haría ser más felices.
El dragón, que no quitaba ojo a Gautama, echaba chispas del enfado monumental que tenía.
Disgustado como nunca antes lo estuvo, Mara comprendió que debía hacer algo para evitar que todo el país se llenase de chimeneas. Sabía que cuantas más personas comenzaran a pensar por sí mismas, menor sería su poder sobre ellas. Además, su podrido corazón estaba lleno de odio hacia Gautama. Tenía muy claro que si ese niño lograba aprender a usar la flipancia interior, todos los demás niños también serían capaces de hacerlo.
El dragón verde se retorcía entre las nubes como si fuera una cobra a punto de atacar a su presa. Aquella era, sin duda, la oportunidad de acabar, primero con Gautama, después con sus papás. Desde las alturas se lanzó -veloz como una flecha- en dirección al niño, cuyos padres seguían trabajando dentro de la casa.
-¡Huelo a dragón! –gritó Melón.
En efecto, la musaraña había notado el pestilente olor que Mara dejaba a su alrededor. Gracias a su olfato pudo avisar a Gautama del peligro que se acercaba. El pequeño se levantó y echó a correr hacia la casa tan rápido como pudo; pero era demasiado tarde, Mara ya volaba sobre su presa.
-¡La culpa de todo la tienen tus entrometidos padres, que te han enseñado lo que no debían! –chilló el dragón, que estaba cerca de atrapar con sus colmillos a Gautama. El niño sintió mucho miedo, pero en el último instante logró dar un salto lo suficientemente alto y rápido como para evitar que Mara lo rozara.
-¡Cuidado, chico, tu nivel de flipabilidad está muy bajo! –le gritó la diminuta musaraña.
-¡¿Qué puedo hacer, Melón?! –preguntó nervioso.
-¡Concéntrate, pequeño, concentrate! –le contestó.
Gautama trajo a su mente la imagen de Topanga, el primer animal parlante que había conocido. Y ese recuerdo le dio fuerzas. También recordó que la noche anterior había sido capaz de soñar que recorría la gran sabana africana a lomos de un gigantesco hipópótamo; algo que a muchos daría miedo, pero no a él.
Al mismo tiempo, Mara se preparaba para acercarse de nuevo al niño y comérselo. Sería la primera vez que comiera un humano, pero ese era el mejor modo de vencerlo, aun sin tener hambre.
En la memoria de Gautama estaba lo vivido en el bosque, cuando logró atrapar las 351 bellotas que Melón le lanzó. Al recordarlo encontró la misma serenidad que sintió entonces. Buscó la misma concentración; y también la encontró en un rincón de su mente. Pues todo lo que se necesita encontrar en la mente se acaba encontrando con un pequeño esfuerzo.
De ese modo, estando sereno, concentrado, y atento a cada movimiento de Mara, Gautama se sentó cómodamente en el suelo del jardín. Sabía que no podía volar como lo hacía el dragón; y que si no quería acabar en su apestoso estómago habría de usar su mejor defensa.
El dragón verde descendía de los cielos a toda velocidad, con su mirada fija en el pequeño Gautama. El monstruo se sorprendió al ver que el niño no huía asustado, sino que permanecía tranquilamente sentado en el jardín. En ese preciso instante, los papás de Gautama salieron de casa de los Majapapa y vieron lo que estaba ocurriendo fuera. Como es comprensible, se preocuparon por su hijo, pero confiaban en que él solo resolvería la situación.
Mara se acercaba más y más, y de su boca comenzaron a salir llamaradas de fuego. Su rostro parecía lleno de relámpagos, mientras sus garras estaban listas para atrapar al niño, antes de comérselo.
Entretanto, Gautama permanecía completamente quieto. Incluso parecía estar sonriendo. Las palmas de sus manos las había colocado como si sostuvieran una bola invisible. A decir verdad, parecía que toda su flipancia interior se estuviese concentrando entre sus manos, pues allí parecía haber un pequeño y brillante sol blanco. Era como una bola luminosa cuya fuerza y resplandor lo envolvió desde la cabeza a los pies.
-¡Estupendo, Gautama! –gritó Melón- ¡Estás alcanzando la más grande concentración de flipabilidad!
La musaraña estaba en lo cierto. Y cuando Mara se dispuso a atacar al joven Gautama, la luminosa fuerza que el niño había logrado reunir entre sus manos fue suficiente para evitarlo. Gautama lanzó -con todas sus fuerzas- el chispeante boliche de energía que flotaba entre sus palmas, contra el maligno dragón. Tan perfecto lo hizo que parecía que nuestro amigo tuviese, por lo menos, siete manos en cada brazo.
Mara no pudo resistir el golpe en los morros que la flipancia de Gautama le había provocado, y cayó desorientado a la tierra. Estaba claro que tendría que esperar a otra ocasión para vencer a aquel niño.
-¡Por esta vez me has vencido, pero volveremos a encontrarnos! –le advirtió la bestia verde.
Y sin decir una sola palabra más, el monstruo salió volando lejos del pueblo, desapareciendo bajo las profundas aguas del océano.
Noá y Nevada abrazaron a su hijo, que había hecho tanto esfuerzo que estaba completamente agotado. Y los tres, junto a la musaraña que enseñaba cosas útiles, abandonaron el pueblo.
De esta manera acabó la primera de las aventuras que un niño normal, nacido de una mamá normal, vivió contra un dragón verdoso y poderoso.
Melón, nada más regresó al bosque que era su hogar, dedicó un cántico a su amigo Gautama:

¿Quién ha logrado espantar a Mara? ¿Quién?
Decid su nombre y su edad:
Gautama, un chaval de siete años,
el niño que confía en sí mismo,
el peque que ha hecho
lo que toda la gente pequeña puede hacer.

Al vencer al dragón de jade, Gautama se había demostrado a sí mismo que su flipancia interior no tenía límites. Y comprendió que si él había logrado derrotar a un adversario tan fuerte, sin más armas que la seguridad en sí mismo, todos los niños del país podrían hacer lo mismo. Y con ese pensamiento se fue a dormir. Con ese pensamiento y con otros muchos; pues gracias a su imaginación, la gente pequeña sube a las más altas montañas, construye castillos invencibles, y triunfa sobre los dragones, sean o no de jade.

Fin

Si quieres descargarlo completo en español: AQUÍ.
Si quieres descargarlo completo en inglés / Download Gautama & the Dragon in english: HERE

GAUTAMA Y EL DRAGÓN (5)

Martes 1ro de noviembre de 2011 por noreply@blogger.com (Tavo de Armas) — CUENTOS, GAUTAMA Y EL DRAGÓN, TAVO
5
Sobre lagartijas muerde-tobillos, y la pereza que nos convierte en tontos

Siempre atento a quienes aprenden a ser felices y fuertes con el uso de la flipancia interior, Mara ‘el verde’ se encaminó hacia el pueblo al que ya se dirigían nuestros amigos. No hace falta que os diga que el dragón estaba preocupado, pero os lo digo. Tan enfadado estaba que su estómago ardía como si fuera un plato de sopa recién servida.
Y añado algo más que debéis escuchar con atención:
Cuando las personas están nerviosas y han perdido su calma, andan como patos mareados que no observan lo que tienen delante de sus narices. Se mueven torpes, tropezando con todo lo que está a su paso, sin saber que el aliento de Mara les impide ver con claridad. Ni siquiera escuchan cuando se les habla. Y aun escuchando, no entienden lo que se les dice.
Pues así se sentía el malvado dragón, que volaba tan inquieto y malhumorado que no se dio cuenta que el pueblo que buscaba lo había dejado atrás. Y tuvo que dar la vuelta.
Definitivamente, había llegado el momento de enfrentarse al niño que se atrevía a usar su energía más luminosa y fuerte; o como Melón la había llamado: la flipancia interior.
-La flipancia interior –le había dicho con voz muy seria a Gautama- es el camino hacia la felicidad; la flipancia lleva a la alegría, la alegría lleva a la confianza en uno mismo. Veo mucha confianza en ti, joven Gautama.
Mientras tanto, la furgoneta en la que iban el niño que tenía confianza en sí mismo, sus papás y la musaraña más sabia del país, llegó al pueblo a la hora prevista. Juntos irían a una casa que había cerca del río que atravesaba el pueblo.
-En esa casa vive una familia con graves problemas –dijo Melón.
-¿Cómo lo sabes? –preguntó Gautama con extrañeza.
-¿Para qué crees que me sirve este enorme hocico con forma de trompetilla? –le respondió la musaraña.
-No lo sé ¿Tal vez para comer lombrices, orugas, escarabajos, grillos, avispas, arañas y hormigas? –dijo Gautama.
-También –contestó el animalillo-. Pero en mi largo hocico tengo un fino y delicado sentido del olfato que me permite conocer dónde hay problemas. Y en esa casa los hay.
Melón no se equivocaba. La familia Majapapa, a la que Noá y Nevada iban a visitar, era una de las que más alimentaba al dragón de jade. En la casa vivían cinco hermanos (dos niños y tres niñas) con sus papás. No es importante que os diga los nombres de estos peques. Lo que sí es importante es que os cuente su historia.
Cada uno de los cinco hermanos tenía su propia habitación, y en cada una de ellas había un televisor. Los hermanos apenas jugaban. Solían pasar gran parte del día encerrados en su habitación, viendo horas y horas de tele. Cuando regresaban de la escuela iban directamente a encender el aparato. Los papás no eran muy diferentes a sus hijos. Cuando llegaban a casa, después de una dura jornada de trabajo, se colocaban delante del televisor hasta que se hacía bien tarde. Allí, perezosamente sobre el sillón, se quedaban todos dormidos, hasta que la babilla de saliva caía chorreante por las comisuras de sus labios.
Tal era la obsesión que la familia tenía, que ya sólo pensaban lo que los programas de televisión querían que pensasen. El papá pensaba exactamente lo que los informativos le decían que debía pensar. La mamá era una gran aficionada a los anuncios; iba de canal en canal buscándolos como una loca posesa. Los niños no querían vivir sus propias vidas, sino las de los personajes que veían en la pantalla. Y deseaban comprar todos los juguetes que aparecían en los anuncios. Niñas y niños únicamente se vestían con la ropa que se anunciaba en su adorada televisión. En fin, un completo desastre que hacía requetefeliz a Mara.
Comprenderéis que no había tiempo para que los muy ocupados siete miembros de la familia se conocieran bien.
Tan grande era el problema, que los cinco niños y sus papás habían acabado con el trasero pegado al sillón. El herrero del pueblo le colocó a cada uno de los sillones un par de enormes ruedas de carreta, a fin de que pudieran moverse de acá para allá. Las ruedas de madera les permitían ir de la tele a la cocina, de la tele al mercado, de la tele al trabajo –en el caso de los papás-, y de la tele a la escuela, en el caso de los niños.
Además de ser realmente incómodo, tener el trasero pegado al sillón trae consigo un montón de problemas. El principal de ellos, las lagartijas. Os lo explicaré con todo lujo de detalles:
Es bien sabido por mucha gente que cuando sólo se piensa lo que la televisión nos dice que pensemos, el cerebro se va haciendo pequeño, hasta ser del tamaño de una almendra garrapiñada*. Lógicamente, en un cerebro tan pequeño no cabe la imaginación, ni tampoco los cuentos.
No hace falta que os lo diga, pero os lo diré de todos modos: tampoco la flipancia interior puede desarrollarse dentro de un cerebro almendrado y garrapiñado.
Entonces, cuando ya no pensamos ni feliz ni inteligentemente, nuestros ojos dejan de observar todo lo que nos rodea; y sólo vemos lo que la televisión nos dice que veamos. En ese preciso momento, cuando la idiotez nos vence, nuestro trasero, pompis, posaderas, culo -como queráis llamarlo-, se pega al sillón con tanta fuerza como si hubiésemos usado un bote entero de pegamento.
Suele ocurrir que, si no hay un amable herrero cerca que nos coloque un par de ridículas ruedas de carreta, las lagartijas (atraídas por el olor a gandul) salen de sus madrigueras para morder los tobillos de aquellas personas que tienen el cerebro garrapiñado, y las nalgas pegadas a un sillón. Poco importa si al ver venir a las temidas lagartijas se les ofrecen chucherías. Ellas siempre prefieren morder los tobillos de la gente que no piensa.
La situación de la familia Majapapa parecía no importar a nadie. Sin embargo, cuando los abuelos -que vivían bastante lejos del pueblo- llegaron para pasar unos días con sus nietos, decidieron buscar una solución al problema. Y llamaron a Noá y Nevada para que construyesen una chimenea que sustituyese a los seis televisores repartidos por toda la casa.
Así que ya sabéis el importante motivo por el que los papás de Gautama estaban en aquel pueblo.
Mientras os cuento esto, el dragón de jade observa, escondido entre las nubes, a Melón y Gautama, que juegan en el jardín de los Majapapa mientras Noá y Nevada están haciendo su trabajo en el interior de la casa.

*Fruto seco recubierto de azúcar.

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